Acepta hoy tu santidad, comprende que no puedes sino ser santo, tu padre es Dios. Asúmelo por un momento para sentir el júbilo que te corresponde por tu apellido, tienes derecho a él. Hacer esto es perdonar la locura que en tu momento de enajenación elegiste al cielo. Recuérdalo eres santo y los que te rodean… también, el júbilo es tuyo