No hay nadie afuera. Dios solo tiene un Hijo y eres tú, por eso, cuando atacas te atacas y lo haces ocultando tu santidad, la vinculación con tu Padre que es lo que te mantiene vivo y a salvo. No ataques tu impecabilidad pues en ella está la Palabra de Dios para ti y en su reflejo tu salvación. Cuando disparas a alguien lo haces contra tu propia línea de flotación.