Al sentirte culpable perdiste de vista tu santidad, tu hogar, tus características. Tu culpa, con la que te encontraste te creó enemigos, lucha y sufrimiento. Pero aun en medio del caos sigues siendo el Hijo de Dios y tu impecabilidad te sigue protegiendo, solo cuando la olvidas sufres, pero aún puedes recuperar la cordura y tu Paz, tienes el Perdón de Dios.