La demencia te ata a innumerables leyes que coartan tu libertad y convierten tu vida en una carrera de obstáculos mayores que tus fuerzas. La primera vez que escuche que solo me gobernaban las leyes de Dios creo que crecí. Había estado arrugado y aplastado por tantas otras leyes foráneas que sentí como se aligeraba mi espalda y aún ocurre cuando lo repito; Solo me gobiernan las leyes de Dios.