“Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí”. Hoy he recordado las pocas veces que el Cuso me dice que “ame” y la cantidad de ellas que me pide que “perdone”. Perdonar es lo único que puedo hacer aquí. Perdonar es la manera más elevada que tengo de amar y la única por el momento. Perdonar es dudar que las agresiones de las que creo ser objeto sean realmente verdad y aceptar otro punto de vista diferente. Perdonar es estar dispuesto a que ocurra este cambio, a declinar tus razones. Perdonar es… desdibujarme de lo que creo que soy y me rodea.

Y sentí agradecimiento: “Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. No es real. Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.– El perdón, el perdón, el perdón. Que no me olvide de perdonar todo no importa qué-.

            “Hermano, perdóname ahora”. -Me dice Jesús-. Cada vez que lo hace me conmueve. -No tengo nada contra ti, le digo-, y le escucho; -Yo soy cada uno de los hermanos con los que te enganchas, ninguna diferencia, es justo la diferencia que ves la que tienes que perdonar, y me verás-. Nunca lo vi tan claro. “Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios”. -Éste si es un buen plan; desdibujarme-.

joseluis