“Lo único que veo es mi actual felicidad”. Debo estar ciego, hablará para otro. Me desconcierta la frase. Me está diciendo mucho más, que la veo y no la distingo. ¿Qué me pasa?  A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veo es mi actual felicidad”. -¿Qué me imagino lo que veo, y no aprecio la verdad… tendré arreglo?-. “Los ojos que comienzan a abrirse por fin pue­den ver”. -Me pregunto ¿Como acabar de abrirlos?- y pone en mi boca: “Deseo que la visión de Cristo descienda sobre mí hoy mismo. Pues lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar”.

-Debo pedir otra visión de las cosas que me rodean y me asustan ¿Existirá esa posibilidad? Si existe la deseo, pues quiero escapar del miedo. Y al instante recuerdo lo que me agrada, lo que no quiero perder, siento temor y me paro. Me gusta ver mi movimiento, la trampa que me impide salir. Ahora soy más fuerte-. “No voy a permitir que mi mente se siga enga­ñando un solo instante más, creyendo que el sueño que inventé es real”. – Firme lo digo, convencido- “Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco”.

            “Con esta resolución vengo a Ti, y te pido que me prestes tu fortaleza, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad”. – Sí, necesito otra fortaleza, la mía es incapaz, demasiado para mí- “No puedes dejar de oírme, Padre. Pues lo que pido ya me lo has dado”. -No sé muy bien lo que digo, la verdad, pero sigo decidido y confiado-“Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad”.

joseluis