“Que me olvide hoy del pasado de mi hermano”. Siento un gran alivio solamente con escucharlo. Repetirlo tiene un poder sanador para mí y me complazco en sostenerlo en mi mente. En el pasado de mi hermano guardo los resentimientos que me diferencian, me separan de él y hacen que se siga repitiendo. Puesto que reconozco la paz en ese encuentro, debe ser que mi tendencia natural y mi estado es ser uno solo con él. Las faltas y pecados que guardo de mi hermano son la materia prima de mi mundo particular; la cárcel que nos mantiene separados, y tras ellas, oculta y disimulada, debe estar mi verdadera naturaleza. Con esperanza y decisión:

            “Éste es el pensamiento que me conduce a Ti y me lleva a mi meta. No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano. Y para conocer mi Fuente, tengo primero que reconocer lo que Tú creaste uno conmigo. La mano de mi hermano es la que me conduce a Ti. Sus pecados están en el pasado junto con los míos, y me he salvado porque el pasado ya pasó. No permitas que lo siga abrigando en mi corazón, pues me desviaría del camino que me lleva a Ti. Mi hermano es mi salvador. No dejes que ataque al salvador que Tú me has dado. Por el contrarío, déjame honrar a aquel que lleva tu Nombre, para así poder recordar que es el mío también”.

“Perdóname hoy” -Me dice Jesús, el autor del texto, y me sorprende ¿No tengo causa pendiente contigo, le contesto, pero me desdice:- “Sabrás que me has perdonado si contem­plas a tu hermano en la luz de la santidad”. -Otro golpe a mi hipocresía; No se puede amar a una sola parte de la Filiación- “Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes ser más santo que él”. -Otra vez el descanso sin medida, y aquí me quedo por un rato, con la verdad que me lo trae-.

joseluis