“Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú”. Y al repetirlo caigo en la cantidad de metas que Te están tapando y enterrado. Detrás de casa cosa que persigo está mi deseo de completarme, que solo puede satisfacerse en Ti. Qué distraído ando buscando las mermadas y efímeras satisfacciones que esta vida me ofrece como si no hubiese más. “Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú”. Me repito para centrar mi atención, para corregir las distracciones que me la están hurtando. Todo humo de colores que acaba metiéndose en mis ojos y haciéndome llorar. “Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú”. Quiero soltar lo que me distrae de Ti, hoy quiero centrarme. Te busco donde no estás. Por eso no te encuentro. Tú eres lo que me falta y lo que extraño. ¿Qué puede importarme lo demás?

“¿Adónde querría ir sino al Cielo? ¿Qué podría sustituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? ¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?” -¿O es que estoy loco? Y concluyo; debo estarlo ¿Cómo corrijo esta dispersión? Debe ser repitiéndome lo que realmente deseo, poniéndolo frente a mi cara, mostrándomelo, porque de ese modo continúa-.

            “Tú eres mi meta, Padre mío. ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? ¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las sustituciones fútiles de la verdad? Tú eres mi única meta. Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. ¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?– Y dale y dale-

joseluis