No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Como cualquier clase de tratamiento hay que hacerlo a diario, con ganas o sin ellas. Incluso será más efectivo cuando lo hago sin apetecerme, porque cuando estoy desganado es señal de que tengo la mente llena de quehaceres, de perezas o de desánimos, y eso es justo donde el tratamiento actúa. Hoy estoy así, tengo que aprovechar-. “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Y va desapareciendo el interés en mis ocupaciones, mi pereza y el desánimo. Mano de santo-.

“Pongo el futuro en manos de Dios”. -¿Cuántas veces he oído esto? ¡Qué manida está la frase de tanto usarla y recoger dolor! Aprendí que en un instante hacía el propósito, y en el siguiente planeaba el futuro defendiéndome del pasado. En automático. Siempre. Cada vez. De esa forma anulado se quedaba-. “El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado”. -Me dice la Cordura-. “Ahora estás libre de ambos”. -Calma tus miedos- “Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien”. -Me enfada que tengan que repetirme tanto lo obvio-. “Y acepto únicamente lo que Él me da como lo que me pertenece”. -De esta forma contengo esta vez al que planea para mí a mis espaldas, como si fuera yo mismo-.

            “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.  -Aplico de nuevo la goma de borrar las insensateces que me envuelven. Tengo una función que no está ligada a mi cuerpo ni me quita libertad. De esa forma la busco, borrando lo que me impide verla. Mi naturaleza verdadera no es de aquí, nada pues puede distraerme. No volveré a hacerlo, al menos por hoy. Dale pues-: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Borrando, borrando-.

Joseluis