“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Como un corredor de fondo me siento cada mañana repitiendo con tesón mi disciplina. Procuro olvidarme del resultado que persigo para centrarme en cada paso, en cada salto, en cada una de las palabras que repito y su contenido. Trato de olvidarme del trayecto que me queda hasta el final. Me lo pongo fácil y fijo mi meta en cumplir con mi entrenamiento diario-. “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Esto es lo que se me pide. Así, más corto, me siento reconfortado-.

“Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda. -Esta frase se convirtió en una de mis preferidas al sustituir “lección” por “milagro”. Aprendí que los follones de mi vida eran cosa mía, y que el Padre podía cambiar mis dolores en milagros-. “Una lección es un milagro que Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño”. -¿O no está claro?.-. “Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero”. -Qué no me pierda detalle, qué no piense que me ocurren cosas normales. Todo lo que me ocurre son lecciones -. “Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías”. -Otra manera de ver mi mundo. Adiós, sufrimiento-.

            “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Reflexiono; No soy lo que creo ser. Me confundí a propósito creyendo mejorar. No pude, fracasé, el dolor me delata. Me equivoqué. Nada me aprisiona, yo mismo elegí las situaciones que me limitan. Yo no soy el autor de mi vida. Mi Padre garantiza mi identidad y mi invulnerabilidad. De esa forma me hablan, de esta forma me corrigen, de esta forma me recuerdan la pesadilla que vivo mientras repito-; “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Y de ese modo recupero la cordura-.

Joseluis