“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Cuando tomas cada día el mismo menú terminas hartándote. El cuerpo te pide cambios, se defiende de esa forma. Los dietistas también te dicen que no es saludable, hay que variar para equilibrar la dieta. Pero este desayuno para mi mente es adictivo, cuanto más lo tomo más me gusta, más lo busco y más me complace. ¿Será que contiene todo lo que necesito?- “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Cada vez me pone más feliz, la verdad-.

“Tengo una función que Dios quiere que desempeñe”. -¿Será este el alimento para desempeñarla? Siempre me pregunto por ella. Lo que me reportará ha de ser sabroso-. “Busco la función que me ha de liberar de todas las vanas ilusiones del mundo”. -Casi me da miedo perder este mundo que me sustenta, o… sin el casi-. “Solamente la función que Dios me dio puede ofrecerme libertad”. -¡Qué sé yo de libertad mientras crea que soy un cuerpo! Pero la añoro y es lo que procuro con todos mis movimientos-. “Eso es lo único que busco y lo único que aceptaré como propio”. -Sí, no puedo conformarme con menos-.

           “No soy cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Mi maná caído del cielo. Contiene todas las proteínas, minerales, sales… que necesito. Así me quedo yo de satisfecho, así lo busco. ¿Seré yo realmente también del cielo? ¿Será por eso que me gusta? Para desayunar, para comer, para cenar… y entre horas ¡Qué crezca esa parte de mí que desconozco, de la que me siento ausente pero que añoro!- “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.

Joseluis