“Estoy decidido a ver las cosas de otra manera”. Hoy continuamos en la misma línea. Renueva mi decisión y la amplia. Si según vengo aprendiendo soy el autor de todo lo que veo y no me gusta, puedo decidir verlo de otra forma. No se trata de hacer nada para cambiarlo, sino de decidir verlo de otra forma. Extraño, pero ya conozco el dolor que mi propio plan me trae, no pierdo nada con probar. Cada día voy comprendiendo más este nuevo plan de estudio.

Mientras sostengo la frase y su contenido en mi mente, debo ir visitando los pasajes de mi vida que contienen ira. Como siempre me dice que no importa si me parece poca o mucha. Siempre es total, aunque parezca enmascarada. El grado de intensidad de la emoción experimentada es irrelevante. Te irás dando cuenta cada vez más de que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia”. ¡Cómo me gusta esto!

Me pide un ejercicio más, que cuando sostenga la situación de conflicto completa, recuerde que la causa o la persona a la que culpo, no son las correctas y ninguna responsabilidad tienen en el asunto. “Recuerda que no reconoces realmente qué es lo que sus­cita ira en ti, y nada de lo que puedas creer al respecto tiene significado alguno”. Suspender, aunque sea por un instante, la responsabilidad que ha adjudicado a los hechos o las personas produce un descanso extraordinario, que agradezco y busco.

Y comienzo: Estoy decido ver a la clase política de mi país de otra manera. Estoy decido a ver sus líderes de otra manera… Y voy repasando mis iras personales y las que comparto con los que acompañan mi aventura. Cinco sesiones me pone hoy de deberes, cuatro me quedan.

Joseluis