“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Repito sintiendo la lógica de su contenido. No salgo de mi asombro viendo lo arraigado que tengo mi identificación con el cuerpo a pesar de carecer de fundamento. Como una inscripción en piedra están grabadas sus consignas de dolor y muerte, sus métodos y sus finales. Preso me veo de la inconsistencia. Me agarra el enfado y me aplico-: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. –Romperé el mito de la piedra y su cincel con mi tesón. Repetiré hasta fundir su forma escrita-

            “Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora”. -Lo doy por cierto, aunque no sea consciente. Y pone en mi boca como Su garantía, Sus Palabras-: “El Amor de Dios es lo que me creó”. -Tuvo que ser de ese modo, sin duda tengo un Origen-. “El Amor de Dios es todo lo que soy”. -De tal palo, tal astilla, que aquí también vale-. “El Amor de Dios proclamó que soy Su Hijo”. -Está orgulloso de mí, me reconoce, también igual que aquí-. “El Amor de Dios dentro de mí es mi liberación”. -Es quien me sacará del sopor del sueño, lo mismo que aquí-. “Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora”. -Y me quedo ahí repitiendo, para abrir camino…-

            “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. –Retomo mi caligrafía. Como de niño moldeando mi escritura. Aún recuerdo alguna tarea; -Los hombres sabios son humildes- Repetí sorprendido de su contenido, hasta la aprobación de mi maestro. Con esa esperanza hago cada día hago mis tareas-; “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. -Paciente y confiado también ahora en mi Maestro, humildemente, con la esperanza de llegar a sabio-.

joseluis