“No veo cosas neutras”. Si estoy aprendiendo que no tengo pensamientos neutros y que lo que veo son mis propios pensamientos, es obvio que no veo cosas neutras. Continúa con algo muy interesante: El pensamiento siempre tiene lugar primero, a pesar de la tentación de creer que es al contrario. El mundo no piensa de esa manera, pero tú tienes que aprender que así es como piensas tú. De lo contrario, la percep­ción carecería de causa, y sería ella misma la causa de la realidad”. Es decir: primero pienso las cosas y luego las veo, realmente lo tengo que aprender. Mi pensamiento es la causa de lo que veo. ¡Uf! me parece imposible, la verdad, pero ya me lo advierte el texto. Me dice que la percepción es demasiado variable para que sea la causa de lo que veo. Él sabrá, a veces es demasiado para mí.

Hoy toca con los ojos abiertos repasar los objetos que me rodean sin hacer diferencias: No veo el reloj neutro, porque mis pensamientos acerca de los relojes no son neutros. No veo a mi gato neutro…  y así, sin hacer distinción entre lo animado o inanimado, lo agradable o lo feo. Lo hago complacido, es el juego de cada mañana. “Independientemente de lo que puedas creer, no ves nada que esté realmente vivo o que sea realmente gozoso. Eso se debe a que todavía no eres consciente de ningún pensamiento realmente ver­dadero, y, por lo tanto, realmente feliz”. Me dice unas cosas… menos mal que me voy acostumbrando a oír lo contrario de lo que tengo por cierto y no escandalizarme. Algún alivio debo obtener haciendo esto, pues vengo a esta fuente cada mañana.

Tres o cuatro veces me recomienda hoy.

Joseluis