“Éste es un día de sosiego y de paz”. Cuando oigo esta invitación, caen sobre mí todos mis problemas sin resolver. El listado de asuntos pendientes en mi vida y me parece una frivolidad permitirme descanso alguno. El sosiego y la paz son la consecuencia de hacer los deberes, yo tengo pendientes. ¡Tanto que perdonar que aún no soy merecedor de ella! Pero no, hoy no me pide que vaya tras mis perdones debidos, sino que me dedique al sosiego y a la paz. ¿Cómo es eso? Hoy la visión de Cristo contempla todo a través de ti. Su vista te muestra que todas las cosas han sido perdonadas y que se encuentran en paz, y le ofrece esa misma visión al mundo”.       ¿Y mis deberes?

Si lo que me preocupa pertenece al mundo de ilusión, ilusiones son, otra forma de perdonarlas es no considerarlas. Hoy la visión de Cristo me ofrece un panorama no agresivo para mí, sólo tengo que aceptarlo, aunque en principio me de miedo. “En su nombre acepto esta visión para mí, así como para el mundo”. Por un momento descaso, siempre llega al dar paso al perdón cualquiera que sea su forma. “¡Cuánta hermosura contemplamos en este día! ¡Cuánta santi­dad vemos a nuestro alrededor!” -El sosiego y la paz por fin-. “Y se nos concede reconocer que es una santidad que compartimos, pues es la Santidad de Dios Mismo”.

            “Mi mente se aquieta hoy, para recibir los Pensamientos que Tú me ofreces. Acepto lo que procede de Ti, en lugar de lo que procede de mí. No sé cómo llegar hasta Ti. Mas Tú lo sabes perfectamente. Padre, guía a Tu Hijo por el tranquilo sendero que conduce a Ti. Haz que mi perdón sea total y completo y que Tu recuerdo retorne a mí”. Una rendición en toda regla, un perdón completo.

joseluis