Tienes los ojos del cuerpo para no ver lo que la visión te mostraría ¡Qué glorioso y lleno de gracia te parecería el mundo! En su sosiego podrías reconocer a tu Padre, Su recuerdo afloraría a tu memoria y ya no habría más lágrimas. No te guíes hoy por los sentidos, pide la visión de Cristo, no dejes pasar la oportunidad.