Estamos habituados a escuchar vaticinios sobre la destrucción de la vida en el mundo por cataclismos universales, pero no que desaparezca todo sin dejar rastro, no obstante, ese es su final, su desaparición, no sólo de la vida, sino de todo cuanto que la rodea. Ocurrirá cuando el crédito que le damos a lo que cambia y muere disminuya hasta desaparecer, como al despertamos de un sueño, recordándolo brevemente un instante, para diluirse después sin dejar rastro alguno.
José Luis