¡Qué diferente es la verdad de lo que nos habíamos aprendido! Jesús no vino a salvarnos muriendo por nuestros pecados, sino que aprendió en sus carnes y a pesar de ellas, que era el Hijo de Dios, libre de pecado y de misma muerte que nos había hecho, incluyéndole a él, nacer y morir infinitas veces. No nos redimió de nuestros pecados, sino de nuestra creencia en ellos. Ya la puerta está abierta, si él lo hizo, nosotros también… nuestro hermano mayor, nuestro valedor.

José Luis