“Aceparé el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación”. -Vale, pero la responsabilidad me hace temblar, y me dice-: “Los libres de culpa no tienen miedo y confían en su capacidad para llevarlo a cabo. Ellos adoptaron la postura que tú vas a adoptar hoy, a fin de que pudieses com­partir su certeza y aumentarla mediante tu aceptación”. -Estoy arropado por los que me precedieron y mi aceptación ayudará los que vengan después de mí. Me siento unido a todo y conectado-.

-Me asegura que la oferta de hoy garantiza mi total liberación del dolor y una dicha que no es de este mundo, no puedo dejarla pasar-. “Ofrécele hoy tus cinco minutos cada hora. Él impartirá a las palabras que uses al practicar la profunda convicción y firmeza de las que tú careces”. -Prac­ticaré con Él mientras digo-:  Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación”. –Una y otra vez. Te ofrezco estas palabras Padre, refuérzalas en mi mente para que se conviertan en una profunda consagración. Ayúdame a entender mi función y facilítame el camino hacia la felicidad y la paz de tu casa-.

-Pasaré la hora esperando el siguiente encuentro, y me repetiré la idea buscando el premio que se me ofrece-. “Y cuando la hora haya transcurrido y Él esté ahí una vez más para pasar otro rato contigo, siéntete agradecido y deja a un lado toda tarea mundana, pensamiento insignificante o idea restric­tiva, y pasa un feliz rato en Su compañía otra vez. Dile una vez más que aceptas el papel que Él quiere que asumas y que te ayu­dará a desempeñar, y Él hará que estés seguro de que deseas tomar esa decisión, la cual Él ya ha tomado contigo y tú con Él”. -Muchas veces no quisiera pasar de lección, hoy es uno de esos días-.

Joseluis