“Soy espíritu”. -Y me voy con esa afirmación nada más leerla… pero al instante, me palpo el cuerpo y se me va la euforia ¿Qué soy realmente? Tengo que revisar el concepto que tengo de mí-. “Practica hoy esta verdad tan a menudo como puedas, pues extraerá a tu mente del conflicto y la llevará a los serenos campos de la paz”. -Me anima diciéndome que cada vez que practico, me vuelvo un poco más consciente, ahorrando en algunas ocasiones mil años o más-. “Los minutos dedicados se multiplican, pues el milagro hace uso del tiempo, pero no está regido por él”.
“Tú eres el espíritu en cuya mente mora el milagro en el que el tiempo se detiene; el milagro en el que un minuto dedicado a la práctica se convierte en un lapso de tiempo ilimitado e infinito. Da, pues, gustosamente estos minutos, y cuenta con Aquel que prometió infundirlos de intemporalidad”. -Lleno de esperanza repasaré los cinco minutos de cada hora con las palabras que me ofrece-: “Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar al mundo” –¡Cada hora, como un reloj!-
Le ofrezco mis sesiones de práctica al Espíritu Santo, pues ha prometido hablarme, recordándote que soy espíritu, uno con Él, con Dios, mis hermanos y con mi Ser. “Escucha las seguridades que te da cada vez que pronuncias las palabras que te ofrece, y permite que le diga a tu mente que son verdad”. -Permaneceré atento-.
Usaré entre horas estas mismas palabras contra cualquier tentación que me amenace haciéndome creer que soy otra cosa. “El Espíritu Santo te brinda paz hoy”.
Joseluis
Gracias, Gracias