Para la primera sesión larga: Mi voluntad es que se haga la luz. Hoy haré uso de su poder. No es mi voluntad andar a tientas en la oscuridad, temeroso de sombras y ame­drentado por cosas invisibles e irreales. La luz será mi guía hoy. La seguiré a donde me lleve, y contemplaré únicamente lo que me muestre. Éste será el día en que experimentaré la paz de la verdadera percepción”. Cada día, de una u otra forma he de renovar mi propósito de salir adelante. A veces voy perdido. Tendrá que ser así. Sostén mi fe mientras el miedo me tiente y que mi decisión no flaquee frente a sus constantes amenazas. Sí, hay luz, la vea o no, ella me mueve y me sostiene vivo.

Entre horas, y ante lo que me asuste repetiré: Esto no puede ocultar la luz que es mi voluntad ver. (Nombre), estás en la luz junto conmigo. En la luz esto se verá de otra manera.

            Para la segunda sesión: No hay más voluntad que la de Dios. Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la Suya. Siento miedo cuando creo en otra. Trato de atacar cuando tengo miedo y sólo entonces puedo creer que estoy amenazado. Hoy reconoceré que nada de esto ha ocurrido. Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la de Dios”. ¡Hasta cuando tendré que repetirme que no estoy en peligro! ¡Cuando comprenderé que sólo existe la Voluntad de Dios y que no es de temer! Seguiré repitiéndolo y recorriendo estas frases de apoyo hasta que la cordura desvanezca el miedo.

Para sacudirme el miedo entre horas: Permítaseme percibir esto en conformidad con la Vo­luntad de Dios. La Voluntad de Dios, así como la mía, es que tú, [nom­bre], seas Su Hijo. Esto es parte de lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para mí, independientemente de cómo yo lo vea.

Joseluis