Para la primera sesión larga: “La luz del mundo brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón. Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de mí y cobro conciencia de ella. Es el medio por el que el mundo sana junto conmigo. Permítaseme, entonces, perdonar al mundo para que pueda sanar junto conmigo”. Me quedo repitiendo las frases en mi interior, resonando con ellas, esperando el mensaje que me traen… y si me distraigo vuelvo a la repetición. Durante quince minutos.
Para la segunda sesión larga: “No dejes que me olvide de mi función. No me olvidaré de mi función porque quiero recordar mi Ser. No puedo desempeñar mi función si la olvido. Y a menos que desempeñe mi función, no experimentaré la dicha que Dios dispone que yo tenga”. Lo repito como mi alimento, disciplinado, seguro de que la dicha está esperándome, confiado en el mensaje que contiene, apoyándome en las frases para no evadirme. El mismo tiempo.
Para las cortas de la mañana reafirmaré mi determinación frente a lo que parezca atacarme con la idea original; “La luz del mundo brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón” y las variantes que se me ocurra: Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre]. Comparto la luz del mundo contigo, [nombre]. Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es.
Por la tarde: “No dejes que me olvide de mi función” y las afines que se me ocurran; No me valdré de esto para abandonar mi función. Te usaré como una oportunidad para desempeñar mi función. Esto será una amenaza para mí, pero no puede cambiar mi función.
Joseluis
La luz del mundo no surge de la oscuridad de el?