En cada sesión larga (quince minutos; mañana y tarde), leeré una de las ideas con sus comentarios hasta imbuirme en ellos, y después, con los ojos cerrados, escuchar. Si me distraigo vuelvo a las repeticiones. “Hay un mensaje esperándote. Confía en recibirlo. No olvides que tu voluntad tiene poder sobre todos los sueños y fantasías. Ella te poyará y sacará de ellos”.
Para la primera sesión larga: “Yo soy la luz del mundo”: ¡Qué santo soy si se me ha encomendado iluminar al mundo! Que se me conceda permanecer en quietud ante mi santidad, que en su luz desaparezcan mis conflictos y que en su paz pueda recordar Quien soy.
Para la segunda sesión larga: “Perdonar es mi función por ser la luz del mundo”. Sólo aceptando mi función veré la luz en mí y desde allí, la percibiré clara y sin ambigüedad. La aceptación de mi función no presupone que la conozca, pues aún no comprendo lo que es el perdón, pero confío que en su luz lo veré tal como es.
Para las cortas reafirmaré mi determinación frente a lo que parezca atacarme con la idea original “Yo soy la luz del mundo”, y las variaciones que se me ocurran, p.e: No he de nublar la luz del mundo en mí. Que la luz del mundo resplandezca a través de esta apariencia. Esta sombra desaparecerá ante la luz. No puedo ver otra cosa que la luz…
Por la tarde: “Perdonar es mi función por ser la luz del mundo”. Y las variantes: Que esto me ayude a aprender el significado del perdón. No dejes que separe mi función de mi voluntad. No me valdré de esto para apoyar un propósito ajeno a mí. Sólo me manifiesto perdonando…
Joseluis
Gracias, gracias