“Mi santidad envuelve todo lo que veo”. “De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, pierdo mi culpa. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo”.
“Mi santidad bendice al mundo”. “La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada excluido porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean”.
“No hay nada que mi santidad no pueda hacer”. “El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas sobre mí? Mi santidad las desvanece afirmando la verdad que soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen”.
“Mi santidad es mi salvación”. “Puesto que mi santidad me absuelve de la culpa, reconocerla es reconocer mi salvación y la del mundo. Con mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y sin miedo, todos compartirán mi entendimiento, el regalo que Dios para mí y el mundo”.
“Soy bendito por ser un Hijo de Dios”. “En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser Su Hijo. Todo lo bueno me pertenece porque Él lo dispuso. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida, privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, protege y dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo”.
Debo comenzar leyendo las ideas con sus comentarios y practicar con ellas al menos una vez por tres minutos.
Joseluis
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