“El Amor de Dios es mi sustento”. Leyendo cada día la lección creo que supera a la anterior y no me entiendo, pues todas me parecen máximas. Me gusta esta sensación de rotura. “Crees que lo que te sustenta en este mundo es todo menos Dios”. Así es, me apoyo en cosas que procuro para mi bienestar; dietas, píldoras, dinero, ropa “protectora”, influencia, prestigio, caer bien, estar “bien” relacionado… “Todas son tus sustitutos del Amor de Dios, y te aseguran la identificación con tu cuerpo”.-¡Ay, ay, ay!- “Son himnos de alabanza al ego. No deposites tu fe en lo que no tiene valor. No te sustentará”. Reconozco y acepto lo que dice, pues la inestabilidad es lo que define mi vida.
“Sólo el Amor de Dios te protegerá en toda circunstancia. Te rescatará de toda tribulación y elevará por encima de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y seguridad perfectas. Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del Hijo de Dios”. -No puedo ni imaginármelo. Tengo que esforzarme para pensar que algo así pueda ocurrirme, que disponga de esta ayuda y sea tan sencillo. No estoy acostumbrado a otra cosa que no sea mi esfuerzo. Corta por lo sano mi plática;- “Por medio del Amor de Dios en ti hoy puedes resolver toda aparente dificultad sin esfuerzo alguno y con absoluta confianza”. -Y me callo, me conviene hacerlo-.
De diez minutos serán las dos prácticas hoy, mañana y noche. “Repite la idea, que cale hondo, reflexiona, que pensamientos afines vengan a ayudarte a reconocer su verdad, y permite que la paz se extienda sobre ti como un manto de protección y seguridad”. -Hasta que me acostumbre y no vea otra salida que apelar al Amor de Dios en mí, con las demás fracasé-.
joseluis