“No hay nada que temer”. Una frase corta para cortar con todo. -Demasiado bonito para ser verdad-, recela una parte de mi mente recordándome los peligros que me rodean, e inmediatamente noto que cada vez me asusto menos, …y me pongo feliz. “Esto es algo muy fácil de reconocer. Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les es muy difícil reconocerlo”. Casi ya no me incluyo entre ellos y prosigo con el ejercicio de hoy esperanzado.
La práctica es muy simple, tan a menudo como pueda y con los ojos cerrados repetir la idea lentamente. Un minuto al menos de conexión con ella. Al hacerlo siento inmediatamente el beneficio y puedo imaginar el cambio que supondrá en mi mente todo el día sosteniendo esta idea poderosa que contradice mi mundo. “Es especialmente importante también que la uses de inmediato si observas que algo perturba tu paz mental”. Como respuesta a las amenazas la usaré todo el día. Es un repelente contra el miedo.
“La presencia del miedo es señal inequívoca de que estás confiando en tu propia fortaleza. La conciencia de que no hay nada que temer indica que en algún lugar de tu mente, aunque no necesariamente en un lugar que puedas reconocer, has recordado a Dios y has dejado que Su fortaleza ocupe el lugar de tu debilidad. En el instante en que estés dispuesto a hacer eso, ciertamente no habrá nada que temer”. Esto es lo que quiero aprender, el camino que quiero recorrer, pues es el resultado que busco; mi paz.
Joseluis
Gracias, Gracias