“Dios es la fortaleza en la que confío”. ¡A ver si es verdad! Porque estar apurado es modo mi vida. Si sólo confías en tus propias fuerzas, tienes todas las razones del mundo para sentirte aprensivo, ansioso y atemorizado”. Sí, ese es mi propio retrato, descolorido y desprestigiado que quiero abandonar, y me dice: “Dios es tu seguridad en toda circunstancia. Su Voz habla por Él en toda situación, dicién­dote exactamente lo que tienes que hacer para invocar Su fortaleza y Su protección. En esto no hay excepciones porque en Dios no hay excepciones”. Y me abre el camino para la esperanza cierta.

Dedica cuatro sesiones hoy de cinco minutos, me dice, y con la idea en la mente busca situaciones que te agobien y las encaras con ella, respaldado por la fortaleza de Dios. Siéntela… y lo hago hasta blanquear mis miedos con Su fortaleza. “Confiar en ti mismo no es la manera de adquirir confianza. Mas la fortaleza de Dios en ti tiene éxito en todo”. -Escucho con atención-. “Debes adquirir la certeza de que confiar en tu verdadera fortaleza está plenamente justificado en relación con todo y en toda cir­cunstancia”. Y consumo mi tiempo tratando de llegar a esa zona segura en mi mente donde se está la fortaleza de mi Creador. “Hay un lugar en ti donde hay perfecta paz. Hay un lugar en ti en el que nada es imposible. Hay un lugar en ti donde mora la fortaleza de Dios”. Y me arrodillo porque piso sagrado.

Me quedo con la lección para el resto del día, para cuando me amenace el destino, de escudo: “Dios es la fortaleza en la que confío”.

joseluis