“Soy bendito por ser un Hijo de Dios”. -Recibo siempre la lección como una nueva noticia, o tal vez la misma con diferentes titulares-. Comenzamos hoy a afirmar algunas de las bienaventuranzas a las que tienes derecho por ser quien eres”. -De bienaventuranzas me habla, y cambia el método radicalmente, las repeticiones deben ser cortas y frecuentes, cada diez minutos me propone. Me asusto, la verdad. Tal vez no se trate tanto de llevarlo a rajatabla como de empeñarme en hacerlo-. “Se te exhorta a que trates de mantener este horario y a adherirte a él siempre que puedas. Si te olvidas, trata de nuevo. Si hay largas interrupciones, trata de nuevo. Siempre que te acuerdes, trata de nuevo”.

“Los ejercicios de hoy no requieren ni esfuerzo ni mucho tiempo”. Debo repetir la idea y añadir alguna de las características que atribu­iría a Hijo de Dios, aplicándomelas a mí mismo”.  Me da un ejemplo: “Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Soy feliz y estoy en paz; soy amoroso y estoy contento”. –Me tranquiliza pensar que no debo creerme lo que digo, sino únicamente decirlo porque son características del Hijo de Dios-.

Ésas son las bienaventuranzas, las que yo mismo atribuya al Hijo de Dios. Seguro que las que se me ocurran se inspiran en déficits que padezco Y prosigo; Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Estoy a salvo y rodeado de cariño, vivo sin sobresaltos y confiado. -Te lo decía…- Me pongo la alarma del celular y mientras esté solo no habrá problema, a ver qué pasa. “Si sólo dispones de un momento, basta con que te digas a ti mismo que eres bendito por ser un Hijo de Dios”.

Joseluis