“Te entrego este instante santo. Sé Tú quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz”. Se acaban los días y las lecciones. Ayúdame a quedarme a vivir en el instante santo, no creo que haya otra cosa que deba hacer, aprender o enseñar. No dejes que repita curso.
Vienes mostrándomelo como tu última lección, no dejes que pasen los días sin completarla. Ayúdame a aprender a perdonar en el instante santo, a resolver mis conflictos dentro de él. Ayúdame a recordar que siempre tengo el instante santo cuando las amenazas vengan a visitarme, a comprender que no estoy solo en el instante santo, que en él se acaba el miedo y recuerdo mi condición que comparto contigo.
Gracias Padre por tu mundo feliz que el instante santo pone a mi alcance, gracias por el regalo que le haces a tu Hijo donde sus problemas quedan resueltos, gracias por ponerlo a mi alcance solo con desearlo, gracias por ofrecerme un punto de reencuentro Contigo.
Refuerza mi confianza en Ti y en el Maestro que me diste de guía para los días oscuros que yo mismo elegí como alternativa al Cielo, hoy me tomo de su mano; “Si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo”. Y sin soltar su mano haré mi mudanza, hoy me traslado definitivamente al instante santo, hoy promocionaré.
José Luis Cristo