“Mi mente forma parte de la mente de Dios. Soy muy santo”. ¿Dónde voy con esto? Puedo teorizar y jugar con el asunto, pero aceptar que soy santo sin reticencias por formar parte de la mente de Dios, no cuento con ello, la verdad-. A todo aquel que cree estar en este mundo le resulta muy difícil creer esto de sí mismo”. -Y prosigue-; “la razón de tu incredulidad es la que te hace pensar que perteneces a este mundo”. -Tengo que partir de ahí; de mi vinculación al mundo-.

“Crees que formas parte del lugar donde piensas que estás. Se debe a que te rodeas del medio ambiente que deseas para proteger la imagen que has forjado de ti mismo y que forma parte de él. Lo que ves mientras crees estar en él, lo ves a través de los ojos de la imagen. Eso no es visión. Las imágenes no pueden ver”. Acabo desorientado, como siempre y escucho; la idea de hoy establece tu Origen y tu Identidad. Me centro ahí. Los ejercicios de hoy se focalizan en mí, en lugar de los objetos que me rodean. “Repite la idea, cierra los ojos y busca las descripciones ti mismo. Incluye todo, positi­vo o negativo, deseable o indeseable, halagador o deni­grante”: -Comienzo-: “Me veo a mí mismo como alguien que pierde el tiempo. Me veo a mí mismo como alguien que se deja llevar por la rabia, por la envidia… Me veo a mí mismo como alguien dispuesto y solidario…”

            Me pide que concrete las emociones, que las vuelva a vivir, que me reconozca en ellas para finalmente recordarme:  Pero mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo. -Un giro hacia la mente recta. Tres sesiones de 5 minutos y durante el día, y cada vez que me vea juzgándome… de nuevo la lección.

Joseluis