“Hay otra manera de ver el mundo”. Era de esperar, si el mundo que veo lo he inventado yo y no me gusta, tiene que haber una salida; otra forma de verlo me propone. “Lo que se intenta con la idea de hoy es que reconozcas que puedes cambiar tu percepción del mundo, tanto en su aspecto externo como en el interno”. Nada de querer cambiar el mundo, sólo mi forma de verlo, eso sí está a mi alcance. Hoy, penas incluye teoría, se centra en la práctica. Me dice que aumente a cinco los minutos de las dos sesiones; matutina y vespertina.
De un nuevo uso los objetos del paisaje que me rodea, y mientras los observo antes de repetir la lección, descubro una relación con ellos, una vinculación que antes nunca sentí. Me pone contento, porque veo el resultado de las prácticas pasadas y desde esa confianza me dirijo a mí diciéndome: Hay otra manera de ver la alfombra, hay otra manera de ver el pavimento… y repaso mi entorno mientras me fundo con él y lo que me digo. Esto me da paz. “Es esencial que las aplicaciones no sean apresuradas”. Y paso a mis pensamientos cerrando los ojos. Me gusta, porque ahí tengo mis amenazas, mis temores y me complace decirles suavemente; Hermano, hay otra manera de ver tu comportamiento, hay otra forma de ver mi enfermedad, hay otra forma de ver mi trabajo, mi economía… Cada frase es una semilla de esperanza en los páramos yermos de mi mente. Y cuando acaba el tiempo, me siento tranquilo en el borde de mi campo a esperar el fruto.
Como siempre esta idea es para todo el día, para las amenazas que me tengo reservadas para hoy. Cuando se presenten, me recordaré: “Hay otra manera de ver esto”. Y me desentenderé.
Joseluis