“He inventado el mundo que veo”. -Después de leer cada mañana la lección tengo que pararme a respirar. Hoy hasta me siento. Y prosigue-: No eres víctima del mundo que ves porque tú mismo lo inventaste”. – ¡Ay! además de sufrirlo tengo que escuchar que soy su causa ¿Por qué sigo con esto? En otra parte tengo leído que la inconsciencia total es imposible, debe ser eso, que mi parte consciente me sostiene. Y frente a la posibilidad de que realmente sea su autor, aún me siento más preso y ridículo- “Puedes renunciar a él con la misma facilidad con la que lo cons­truiste”. -Siempre sostiene mi esperanza- “Mientras desees verlo, lo verás; cuando ya no lo desees ver, no estará ahí para que lo puedas ver”. -Tengo que escuchar además, que mi deseo lo sostiene. ¡Sostenme a mí ahora que convivo con un loco! Si he llegado hasta aquí, no voy a negar la lección de hoy.  No negarla mantiene las puertas de mi esperanza abierta, y comienzo el ejercicio-.

Practicar por la mañana y por la noche, de 3 a 5 minutos, con mi mundo externo e interno “…ambos se encuentran en tu propia imaginación”. Con mis ojos abiertos reviso el paisaje de mi habitación; te inventé sillón, yo mismo te puse ahí y di tus colores. Yo te inventé estantería, tu uso y disposición fue idea mía. En paz y sosegado tomo mi responsabilidad mientras escucho a mi parte consciente: -así, sigue así-. Y después, por dentro, los tormentos del presente y del futuro; yo planeé la incertidumbre y la dureza de mi relación contigo, fui yo. Aparco el susto y prosigo, yo mismo planee mi salud y la de mis amigos y miro hacia mi consciente mientras tiemblo, y me dice; -así es, sigue así- Y prosigo hasta agotar el tiempo.

Y hoy, frente a lo que me perturbe; “Te he inventado tal como te veo” y sostengo la calma.

Joseluis