“Vine a salvar al mundo”. ¡Qué fuerte correctivo para el concepto que tengo de mí mismo! Cuantas imágenes debo abandonar para aceptarlo. Deben ser las que me sobran, pues cuando mantengo esta frase en mi mente, me sereno y me alineo en una dirección nueva de paz y determinación. Y prosigo; He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad”. -Si yo puedo hacerlo, hay esperanzas, ahí quiero centrarme- “Pues la arrogancia se opone a la verdad. Mas cuando desaparece, la ver­dad viene inmediatamente y ocupa el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras”. -No es arrogancia decir que de mí depende la salvación del mundo ¡Ya me cuesta!

“Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y res­trictivos. El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde”. -Sí, es mi ego quien quiere intervenir, dictar sentencias, hacer estrategias y proponer finales. Reconocerlo es parte de mi función. De otro modo no puedo apartarme de él. “La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos”. -Me viene a decir; sólo hay una mente compartida con todos y lo que aprende un solo individuo desde su terminal individual, engrosa el patrimonio de la matriz que beneficia al resto de las terminales conectadas a ella. Sencillo de entender.

            “Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. ¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo? -Hoy dedico mi día al silencio, para que la verdad llegue, de Tu Mano-

Joseluis