“Nada, sino mis propios pensamientos, pueden hacerme daño”. Me cae la frase esta vez como en terreno preparado. Me gusta que contradiga mi experiencia física y encuentro alivio en ella. Muchas veces he oído lo mismo con palabras diferentes, será por eso que ya me siento más preparado para comenzar de nuevo desde este lugar de responsabilidad. “Nada, sino mis propios pensamientos, pueden hacerme daño” Me repito decidido a no volver a lastimarme, y claramente veo como cuchillos mis resentimientos y mis culpas junto a las de los demás, como condenas a muerte. Y en silencio, desde este panorama desolador que presencio delante de mí, tomo la decisión de apartarme y aprenderme otra forma. Prosigo leyendo lo que a continuación se me dice como una oración que pone las cosas en su sitio, como un compendio de mis errores y de las determinaciones que acabo de tomar:
Padre, Tu Hijo es perfecto. Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho daño, es porque me he olvidado de quién soy y de que soy tal como Tú me creaste. Tus Pensamientos sólo pueden proporcionarme felicidad. Si me siento triste, herido o enfermo, es porque he olvidado lo que Tú piensas, y he implantado mis absurdas ideas en el lugar donde a Tus Pensamientos les corresponde estar, y donde están. Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño. Los Pensamientos que pienso Contigo sólo pueden bendecir, y sólo ellos son verdad.
“Hoy no me haré daño a mí mismo. Pues me encuentro mucho más allá de cualquier dolor. Mi Padre me puso a salvo en el Cielo y vela por mí. Y yo no quiero atacar al Hijo que Él ama porque lo que Él ama es también objeto de mi amor”. -Para repetírmela todo el día-.
Joseluis
Gracias!!! Que tenga un bendecido y amoroso día…”Nada sino mis propios pensamientos pueden hacerme daño”…