¿Qué límites pondría yo al Hijo de Dios? – ¿Dónde está el Hijo de Dios? Este ser que en efecto ha de ser libre, no lo veo entre los dolientes y mermados seres que me acompañan ¿Qué he hecho con el Hijo de Dios? ¿Disfrazarlo acaso con un cuerpo para no reconocerlo? ¿Qué monologo de loco mantengo conmigo mismo? – ¿Qué límites pondría yo al Hijo de Dios?; -la muerte, acabo finalmente escuchando en mi cabeza. Eso me acota, definiendo mi límite final. Sí, pero ¿Cómo va a ser posible imponer límites al Hijo de Dios? Lo que no es posible no ocurre, nunca-.
“Aquel que Dios creó ilimitado es libre”. -Esto es impecable- “Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad”. -La muerte y todo lo que va hacia ella calificado de nuevo como ilusión- “Ningún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre”; -Ya he aprendido eso, el sostén del pensamiento es la mente que lo piensa, imposible existir fuera- “ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro”. -Si no lo limita el Creador, ninguna mente externa ni él mismo puede hacerlo. La autonomía del propio pensamiento tampoco puede, pues está vinculada a la Fuente que se alimenta- “¿Puedo acaso imponer límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?” -No, sólo puedo soñarlo-.
Y me templo: “Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí. –Si me siento acosado recordaré; nada puede imponerme límites, ni yo mismo. Sana mi mente Padre-.
Joseluis