“La libertad de mi creación garantiza la mía”. Esta mañana al decirme la fase siento como si estuviera comulgando. Apenas la entiendo, apenas me dice nada, tan alejada de mis problemas, pero la tomo como si la necesitara y me quedo ahí repitiendo su mensaje, profundizando en su contenido y durante ese instante se convierte en mi alimento. Todo lo que percibía se estabiliza y comienza otro sueño donde se me habla de algo que ocurrió, y acabo escuchando atentamente:
“Se te ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo”. -Vale, no estoy solo peleando con mis molinos de viento- “Únicamente en sueños pareces estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan” -Otra vez el sueño y su incertidumbre ¿Cómo puede ser?- “Pero en realidad tus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar.” -Despiértame pues, que me ría de las ilusiones que me acechan- “Ahora eres libre”. -Me gusta, tengo que escuchar esto, comulgar con ello cada día, a cada rato. Es lo que tengo que atender, sólo eso; mi despertador, la diana matutina que elijo. Libre ya del sufrimiento, la enfermedad, la muerte, la separación y la locura. Libre de lo que me acosa, de lo que me asusta.- ¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora? -Por nada, por permanecer un rato más aquí lo hago, por promesas que jamás se cumplieron. Ayúdame a renunciar a los premios que aún me promete el sueño-.
“Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. ¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste? –Hoy es día de comunión-.
Joseluis