“Este día le pertenece al Amor. Hoy no tendré miedo de nada”.  Me interesa. Tanto tiempo anunciando para hoy el día de los cuchillos largos, el día de la pugna… Necesito entregar este día al Amor, a los milagros, a la Voz de Dios en mi mente. Padre, quiero entregarte este día y descansar del miedo y sus amenazas. Quiero buscar refugio y quedarme en mi mente recta donde habitas, acostumbrarme a hacerlo cada vez que el miedo y su desasosiego me tiente. Sólo el Amor es real, que no lo olvide hoy y ya mi pulso no tiemble ni mi seguridad vuelva a estar amenazada. Este día le pertenece al Amor y no se lo arrebataré para entregarlo al resentimiento y a la lucha. Y repito la frase como una medicina, confiado en el médico que me la receta, y la tomo cada hora, las ocho, las nueve… y empiezo a calmarme, a sentirme seguro.

Sólo entonces puedo continuar: “Padre, hoy quiero dejar que todas las cosas sean como Tú las creaste y ofrecerle a Tu Hijo el honor que se merece por su impecabilidad; el amor de un hermano hacia su hermano y Amigo”. -Permanece conmigo todo el día, que yo te sienta, que te experimente como a ese otro hablándome- “De ese modo soy redimido. -Sí, sintiendo ese amor desconocido, y Tu confianza- “Y del mismo modo, la verdad pasará a ocupar el lugar que antes ocupa­ban las ilusiones, la luz reemplazará toda oscuridad y Tu Hijo sabrá que él es tal como Tú lo creaste”. -Sí, saldrá por fin el ocupa-

“Hoy te llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. Dedícale a Él este día, y no tendrás miedo de nada hoy, pues el día habrá sido consagrado al Amor”. -Te entrego cada hora de este día Padre, hoy quiero estar contigo en el cielo ¡Bendita locura que rompe el miedo!-

joseluis