Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo. Y al escuchar la frase sentí miedo y pérdida. Como si me pidiera que renunciara a mis objetivos, como si para tener esa excelsa visión que aún desconozco tuviera que renunciar a lo fundamental en mí, partirme, vivir dividido. Y reconocí mi miedo. Inmediatamente cambié y me vi repitiendo: la visión de Cristo apoya mis planes reales, los potencia, garantiza su éxito, se pone de mi parte. La visión de Cristo sabe lo que realmente quiero y lo trae a mi alcance. Sencillamente usare su herramienta para conseguir lo que busco, ningún sacrificio me pide sino abandonar mis métodos tradicionales y por otra parte fracasados. Tuve que reconocer; jamás alcancé éxito buscando la paz y el gozo por mi cuenta. Entonces logré centrarme y continuar.

Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contem­plar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí”. -Ése soy yo- “Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios”. -Hoy lo elijo, y mis propios planes desorientados tomaran una forma exitosa bajo su visión- “En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece”. ¡Ah! No son incompatibles, no tengo que temer ni renunciar a nada-. “La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación”. -¡Ah cómo perdí tanto tiempo, ni un minuto más! –

Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. Y eso es lo que elijo contem­plar hoy”. -Ésta es mi comunión de hoy-

Joseluis