“Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo”. -Es otra forma de proponerme perdonar las ilusiones que conforman el mundo que me rodea. Acepto la propuesta de no juzgarlo real. Es fácil hacerla por la mañana sin las presiones que presentará el día. Me revisto de buena voluntad y me lo propongo. Pido a cambio la visión de Cristo-. “Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. ¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo!”. -Renuévamela hoy- “No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! –Un mundo sin culpa, aliviado de los juicios que hago de forma automática. ¡Qué sé yo! –
“Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria”. –Sin la presión del pasado ni la amenaza del futuro-. “Y ahora mi voluntad es una con la Tuya. Ahora mi función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido”. –Ayúdame a sostener mi propósito, a aislarme de mis sentidos, de mis juicios, a mantenerme libre de ellos, de mis desánimos, de mis pretensiones particulares, ayúdame a mantenerme a salvo de mí mismo y en el Guía que me has dado-.
“El sosiego de hoy bendecirá mi corazón y, a través de él, la paz descenderá sobre todo el mundo. Cristo se convierte en mis ojos hoy. Y mediante Su vista le ofrezco curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo”.
Joseluis
La belleza de tu escrito no la he visto solamente con los ojos del cuerpo. Gracias