“Mi vista va en busca de la faz de Cristo”. Es el recordatorio de lo que realmente quiero y la corrección a los afanes que lo disimulan y me ocupan. La faz de Cristo contempla la belleza también donde un instante antes había dolor. ¿Cómo puede ser eso? La faz de Cristo es el símbolo del mundo real, sin culpa, sin sufrimiento.  ¿Qué otra cosa iba a querer buscar hoy? El que ve la faz de Cristo, deja de ver el mundo. ¡Ah! Ése debe ser el motivo del miedo que me paraliza; desaparecer debido a mi identificación con el mundo que veo, la causa de mí distracción y mi retraso. ¿Cómo puede ser? Te pido que hoy bendigas mi vista. Quiero salir de mi letargo, abandonar mi identidad ficticia, mi apego a la culpa, al dolor y a mis pequeños caramelos envenenados.

Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad”. Hoy la elijo de nuevo. “Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé”. Perdonar el desamor, el desencuentro y las diferencias. Perdonarlo todo “Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo”. Hoy elijo de nuevo estar despierto.

“Hoy mi vista es bendecida. Comparto una sola visión cuando contemplo la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad”. Éste es el resultado de mi elección de hoy.

joseluis