“Mi corazón late en la paz de Dios”. Esos son los únicos latidos que quiero escuchar. Donde quiero quedarme. Hoy necesito esa paz para olvidarme de lo que me acosa. Esa paz es el recordatorio de lo que soy, de lo que me espera, es el recordatorio de donde vivo realmente. Es lo que necesito recordar para que cese todo conflicto. Esa paz es lo único real incluso aquí mismo. “Lo que te rodea es la vida que Dios creó en Su Amor. –La paz de Dios me acompañó incluso en mi auto-destierro- Te llama con cada latido y con cada aliento; con cada acción y con cada pensamiento. La paz llena tu corazón e inunda tu cuerpo con el propósito del perdón”. -Permanezco atento ¡Cuántas veces tendré que oír que no tengo motivo para sufrir, que me ocupo de lo que no es, qué estoy confundido y distraído con mi confusión! Hoy digo basta ya-.
“Ahora mi mente ha sanado”, -y juego a eso- “y se me concede todo lo que necesito para salvar al mundo”. -Como jugando puedo ver la paz- “Cada latido de mi corazón me inunda de paz; cada aliento me infunde fuerza”. -Cuando le quito al mundo la importancia que le di siento la calma- “Soy un mensajero de Dios, guiado por Su Voz, apoyado por Su amor y amparado eternamente en la quietud y en la paz de Sus amorosos Brazos”. -No voy a contradecirte esta vez- “Cada latido de mi corazón invoca Su Nombre, y cada uno es contestado por Su Voz, que me asegura que en Él estoy en mi hogar”. -Sigo jugando… me da paz-.
Como una plegaría digo:“Que preste atención sólo a Tu Respuesta, no a la mía. Padre, mi corazón late en la paz que el Corazón del Amor creó. Y es ahí y sólo ahí donde estoy en mi hogar”.
-¡Qué no me olvide que esta verdad, pues nada más lo es!-
Joseluis