“El Amor de Dios me rodea”. ¿En qué estaré yo pensando, que tan desapercibido me pasa este dato? Al leerlo y valorar su contenido convengo que debe ser cierta y que niega todo lo demás. Sí, esta circunstancia anula cualquier otra; sólo el Amor de Dios me rodea. ¿Tanto peso tienen para mí mis asuntos, que no veo lo obvio? Mentalmente caigo de rodillas abrumado por mi propia distracción e inconsciencia. Estoy ciego y sordo, distraído con lo veo y escucho, atado al mundo, preso en él ¿Qué hacer? ¿Cómo salir de aquí? Y veo a continuación una plegaria:
“Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor”.
Esto es lo que necesito recordar si quiero salir de mi distracción. Es muy atractivo a veces mi mundo, pero mortal ¿Por qué sigo teniendo mis esperanzas en él? “Hermano mío, únete a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?” Sí, necesito ayuda, me sostendré de tu mano como si la viese, como jugando, burlando lo que me atrapa para ver más allá; ese Amor desconocido que me anuncia.
joseluis
Gracias, Gracias