“Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad”. -Otra vuelta a la tuerca de mi cabeza. Siempre creí que los ataques eran reales y al margen de mi voluntad, y leo-: “Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar. Y lo que tendría efectos a través tuyo, también tiene que tenerlos en ti”. -Y me quedo “pasmao”. Al creer que el ataque es un arma efectiva, me adjudico la característica de vulnerable, pues lo que tiene consecuencias en otros, lo ha de tener en mí. – “Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido”. ¡Ay!
–Antes de que salga de mi estupor me apunta otra secuela desastrosa-: “Si los pensamientos de ataque entrañan la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres”. -¡No sé quién soy por mis pensamientos de ataque! Que practique con la idea de hoy me pide-: “Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así”.
Comienzo con la idea de hoy y busco cuestiones pendientes que me agobien mientras me digo: “Estoy preocupado acerca de…” y “temo que pueda ocurrirme…”, -describiendo todos los desenlaces dolorosos que se me ocurran y finalizo con-: “Estos pensamientos de ataque son un ataque contra mí mismo”. -y repito de nuevo la lección-. Seis sesiones hoy, de dos minutos.
Joseluis
Mi grátitud siempre maestro ,Jose Luis Molina, abrazos.
Gracias