“Que recuerde que Dios es mi objetivo”. -Basta citar este único objetivo para que mi cabeza se inunde otros mil más perentorios y acuciantes-. “Que recuerde que Dios es mi objetivo”, -me repito queriéndomelos sacudir, pero más fuertes y pesados se presentan. Un descanso infrecuente visita mi mente cuando consigo retenerlo por un instante y centrarme en él. Dios es mi objetivo, mi única meta. Se acaban los gritos y se apaga la luz donde están presentes mis anhelos, mis problemas y resentimientos; ¿Será la paz que llega?-
Eso es lo que necesito; recordar mi objetivo, nada más. “Lo único que necesitas hacer es entrenar tu mente a pasar por alto todos los objetivos triviales e insensatos, y a recordar que Dios es tu objetivo”. -Te escucho, siempre te escucho, sólo veo la razón en ti-. “Su recuerdo se encuentra oculto en tu mente, eclipsado tan sólo por tus absurdas e insignificantes metas, que no te deparan nada y que ni siquiera existen”. -Sí, tan atractivas en principio, tan deseables, para convertirsen en inalcanzables y en fracasos, por eso estoy cansado y decepcionado, dime-. “¿Vas acaso a continuar permitiendo que la gracia de Dios siga brillando inadvertida, mientras prefieres ir en pos de los juguetes y las baratijas del mundo?” -¿Qué hago?- Recuerda esto hoy; “Dios es tu único objetivo, tu único Amor. No tienes otro propósito que recordarle”. -Eso haré, obsesívamente-.
Y me centro en esto: “No tengo otro objetivo que seguir el camino que conduce a Ti. Ése es mi único objetivo. ¿Qué puedo desear sino recordarte? ¿ Qué otra cosa puedo buscar sino nuestra Identidad? –Y me lo aprendo hasta que la paz se quede conmigo-.
Joseluis
Que fácil parece todo con tus hermosas reflexiones, a las que me apunto. Gracias