“No necesito nada más que la verdad”. Al escucharme pronunciar esta frase me he dado cuenta de la cantidad de cosas que deseo independientemente de si son verdad o no. No, no busco realmente la verdad. Siempre había creído que lo hacía, pero esta mañana mientras repetía la lección, me he dado cuenta de que más bien quisiera que lo que deseo fuera la verdad y me he quedado abrumado. Nunca había visto tan clara mi locura. Hoy pude entender la causa de mis fracasos y el dolor en mi vida. Me equivoqué de meta, quise hacer realidad mis deseos particulares y aún sigo.
Desde donde pude proseguí leyendo mi historia. “Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo”. -Así es en efecto-. “Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito”. -Éste es el cambio que quiero hoy, claridad en mi meta-. “Jamás necesité nada de lo que antes bus¬caba, y ni siquiera lo quería”. -Todo imaginaciones-. “No reconocía mi única necesidad. Pero ahora veo que solamente necesito la verdad”. -Ni soy un cuerpo ni tengo sus urgencias-. “Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin”. “Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. Ahora dis¬pongo de todo cuanto podría querer. Y ahora, por fin, me encuen¬tro en paz”. -¡Qué no siga creyendo que las ilusiones pueden ofrecerme algo que yo desee! Sólo me ha causado trastornos. Hoy buscaré y pediré la verdad-.
“Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos”. -Qué no vuelva a andar distraído-.
Joseluis