Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra”. Un buen propósito sin duda, pero ¡Ay qué difícil lo tengo! Me levanto, y en automático comienzo, ya amaneció, hace frío, tengo hambre, mi jefe estará enfadado… De lo pequeño a lo grande, todo es juicio. Antes pensaba que sólo juzgaba a las personas y sus intenciones, todo es la misma rutina. Una actividad infernal, un desgaste tremendo, porque mis bases son mis apreciaciones, de las que además, sé en el fondo que no me puedo fiar. Si fueran ciertas no tendría tantos fracasos.

Hoy seré honesto conmigo mismo”. -Dudaré de mi razón ¡Tantos errores!- “No pensaré que ya sé lo que no puede sino estar más allá de mi presente entendimiento. No pensaré que entiendo la totalidad basándome en unos cuantos fragmentos de mi percepción, que es lo único que puedo ver”. -Me funciona repetirme; ¿Tal vez no esté en lo ciento? ¿Tal vez se me escape lo más importante? -“Hoy reconozco esto”. -Que desconozco lo que más me conviene, aunque piense que sí. Y mantengo la duda-. “Y así quedo eximido de tener que emitir juicios que en realidad no puedo hacer”. -¿O no es un descanso? Sólo con imaginármelo. Quiero aprender a confiar y aceptar que la estrategia del Espíritu es más acertada que la mía-. “De esta manera, me libero a mí mismo y a todo lo que veo, de modo que pueda estar en paz tal como Dios nos creó”. -Y dejo de apoyar con mis juicios disparatados que mis malos pronósticos acaben cumpliéndose-.

Padre, hoy dejo que la creación sea lo que es. Honro todos sus aspectos, entre los que me cuento. Somos uno porque cada aspecto alberga Tu recuerdo, y la verdad sólo puede derramar su luz sobre todos nosotros cual uno solo.

Joseluis