En este instante santo llega la salvación. -Y me pongo escéptico, desconfiado; Será para otros. Me veo anteponiendo obstáculos, tareas pendientes… hasta darme cuenta dónde está mi problema; en mí mismo, en mi plan particular de salvación trazado con mi ego. Como me tiene por pecador y torpe; uno costoso, lleno de tareas duras con largo tiempo de aprendizaje y sufrimientos. ¡Hasta merecérmela! Total, mi salvación siempre en el futuro, es decir, fuera de mi alcance-.

¡Ay, cómo está mi cabeza! He de abandonar eso urgentemente -me digo-. Y desoyendo esta vez la “prudencia” de mi ego prosigo: ¡Qué alegría tan grande la de hoy! Éste es un día de una cele­bración especial”. -Y sin nadie que me estorbe me pongo contento, como cuando de chico me llevaban al cine-. “Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación”. -¡Cómo será  -pienso alborozado-!- “Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece”. -¡Me pondré la ropa de los domingos para recibirlo!- “La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido libe­rado. Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres”. -Y me veo llorando, como en los finales felices de las películas de mi niñez-. “Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. Pues hoy tú me perdonarás a mí”. -Y sí, quiero perdonar. ¡Tómame la palabra! Digo sí, también me gusta este final… mucho-.

            “Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. ¡Qué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno! –Hoy lo paso en el cine-.

Joseluis