“No percibo lo que más me conviene”. Algunas veces ya tuve esa misma sensación, aunque me afané en obtener unos resultados concretos. “Nunca te das cuenta del desenlace que te haría feliz” -me insiste, por tanto- “Es inevitable, pues, que nada de lo que hagas sea en beneficio de lo que más te conviene”. Esto explicaría la frustración que me suele acompañar, incluso en las ocasiones que obtengo lo que quiero. Resulta que siempre me olvido algún detalle o circunstancia que empaña el resultado o lo hacen inútil. Demasiado conocido en mi vida como para negarlo. Mientras no reconozca esta situación repetida y mi incapacidad para ser mi propio guía, no aceptare ayuda. Esto me dice y es obvio.
“Los ejercicios de hoy requieren mucha más honestidad de la que estás acostumbrado a usar”. Esto me prepara para ella. “Debes comenzar repitiendo la idea de hoy y buscando después con los ojos cerrados las situaciones en tu vida que aún no estén resueltas y que te desasosieguen. Haz hincapié en descubrir cuál es el resultado que deseas. Te darás cuenta que tienes varios objetivos como parte del resultado que buscas y también de que esos objetivos se encuentran en diferentes niveles y de que con frecuencia son conflictivos”. Los debo enumerar siguiendo la fórmula: “Lo que me gustaría que ocurriese en relación con … , es que… y que… sucediese”.
En efecto, es un buen ejercicio, pues ni aún imaginándolo sin trabas, nunca acabo completamente satisfecho. Entiendo que me pida que acabe diciendo: “No percibo lo que más me conviene en esta situación”. Las que pueda examinar en dos minutos, no son muchas, por eso me pide cinco ejercicios al día. Me gusta lo que estoy aprendiendo, sólo una lección, la que toca.
Joseluis
Me encanta…. Simple y sublime… Me rei…