“La salvación depende de mi decisión”. -Me veo leyendo esta mañana y no me lo acabo de creer. Todavía pienso que mi bienestar depende de mi esfuerzo, aunque jamás lo conseguí por mucho que lo he intenté. Vivo frustrado. ¡De ser cierto, no estuviera todo el tiempo en el lamento y el miedo! -¿Quien sostiene esa confianza en mí? ¿Quién me abre este nuevo camino?- “Padre, Tu confianza en mí ha sido tan grande que debo ser digno de ella”.-Tráela a mi presencia que la pueda sentir, me olvidé-. Tú me creaste y me conoces tal como soy”. -Así debe ser, Tú me conoces como nadie-.

Y aun así, pusiste en mis manos la salvación de Tu Hijo y dejaste que dependiera de mi deci­sión. -A qué lugar tan remoto me llevan estas palabras. Cuando me creaste pusiste en mí la capacidad de salir incólume de cualquier ocurrencia mía. Eso es lo que me recuerdas ahora; que puedo decidir de nuevo, que es sólo mi decisión-. “¡Cuán grande debe ser Tu amor por mí! -Que olvidé por atender estos asuntos que me atemorizan. Devuelve a mi mente dormida el conocimiento que perdí de mi propia naturaleza-.“Mi santidad debe ser asimismo inexpugnable para que hayas puesto a Tu Hijo en mis manos con la certeza de que Aquel que es parte de Ti, y también de mí, puesto que es mi Ser, está a salvo. -Qué sabré yo de esto!-

Apenas sé que hacer, y escucho a Jesús que me habla; “Y así, hoy volvemos a hacer otra pausa para pensar en lo mucho que nos ama nuestro Padre. Y cuán querido sigue siendo para Él Su Hijo, quien fue creado por Su Amor y en quien el Amor de Su Padre alcanza su plenitud”. -Permanece conmigo y ayúdame a sostener lo que cada mañana aprendo-.

joseluis