“Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe”. Cierro mis ojos tratando de interiorizar lo que escucho… y me asombro al ver mis resistencias. Aún me siento capaz de resolver mis problemas por mi cuenta, es más, empeñado en que los desenlaces sean los míos. Y me pongo a temblar. Puedo ver el paisaje desolado en el que vivo sin apenas percatarme de ello. Me doy miedo, me veo mal guiado, en el lugar del dolor y los fracasos ¿No tengo suficiente aún?

Desde ahí sí puedo con honestidad levantar mi mirada al Padre y decirle: “hoy te entrego mis pensamientos”. –Y veo los que me rodean, los que me preocupan y entretienen, los que me asustan-. “No quiero quedarme con ninguno de ellos”. –Llévatelos-. “En su lugar, dame los Tuyos”. –Que aunque los desconozco, han de ser de paz y gloria- “Te entrego asi­mismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones”. –Que pueda de ese modo quedar libre-.

            “Hoy vengo a Ti”. –Asustado y esperanzado-. “Me haré a un lado y simplemente Te seguiré”. –Ayúdame, que la desconfianza no me haga de nuevo tomar las riendas, siempre lo hago-. Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces. –Sostén mi pulso Padre-.

Jesús, mi hermano mayor me dice; tranquilo“Hoy nos dirige un solo Guía. Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. Éste es Su día. Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para noso­tros”. -Y yo… me callo-.

Joseluis